Archive for the 'CHAMPIONS LEAGUE' Category

Los motivos para confiar en este Barça

El equipo solo ha dejado escapar tres torneos en estas cuatro temporadas. Es una de las causas que invitan al optimismo

 

El Barça ha generado crédito en los últimos años

 

T. Andreu |

El Real Madrid coge ventaja. Siete puntos es una renta importante que invita a frotarse las manos a un madridismo maltrecho por tantas y tantas heridas acumulados. Da igual. El Barça no tiene la más mínima intención de variar su planteamiento dentro y fuera de los terrenos de juego. O lo que es lo mismo, el campeón peleará y peleará hasta el final. Y eso también lo sabe Mourinho y los suyos. Mientras los blaugrana juegan y van a por todas, el rival tiembla. El Real Madrid es el primero.

Por lo visto y disfrutado durante estos tres años y medio, el Barça se merece todo el crédito del mundo y más. Jugando como los ángeles y batallando en el cuerpo a cuerpo, los títulos se han coleccionado como nunca. Y pese a los tropiezos lejos del Camp Nou, nada hace presagiar que el final está cerca.
En lo que va de temporada, el Barça solo ha encajado una derrota en 37 partidos oficiales ¿el fatídico día de Getafe¿. Por cierto, desde esa decepción, 15 encuentros más con un balance de 12 victorias y 3 empates. Son números de campeón, registros de un conjunto que sigue enchufado y con ánimo de prolongar su dominio futbolístico mundial. El Madrid aprieta y no cede ante rivales inferiores pero en el cara a cara no hay lugar para sospechas: enfrentamiento directo en Copa y los de Mourinho, una vez más, eliminados antes de hora.

TRECE TÍTULOS AVALAN UN PROYECTO ÚNICO

La plantilla ha logrado una gesta histórica desde el inicio del proyecto deportivo liderado por Guardiola. En estas tres temporadas y media, el equipo ha coleccionado todo tipo de títulos colectivos y galardones individuales. El registro es insólito si tenemos en cuenta el nivel de la Liga española. El Barça de Guardiola se ha impuesto en 13 de las 16 competiciones que ha disputado. Solo se han escapado dos Copas del Rey y una Champions.

EL RETO DE LOS SIETE PUNTOS

El más difícil todavía no asusta. Justo todo lo contrario. Esta plantilla está convencida que no ha tocado techo, que no ha llegado al límite de sus posibilidades y que está en condiciones de rubricar más páginas inolvidables. El reto de remontar siete puntos en contra al Real Madrid en la segunda vuelta no intimida lo más mínimo. Quedan partidos por delante, rivales capaces de recortar distancias y el convencimiento que el Barça se crece ante la adversidad mientras la plantilla merengue da síntomas de debilidad en momentos cruciales. En la reciente Copa, al igual que en la Champions, quedó constancia.

PEP GUARDIOLA, EL GRAN LÍDER

Todo gran proyecto debe estar regido por un líder incuestionable. Y el Barça lo tiene en la figura de su técnico, Pep Guardiola. Bajo la dirección del entrenador catalán, los elogios procedentes de los cinco continentes han sido una constante. La apuesta por el riesgo y un fútbol atractivo para el espectador han cautivado a millones de seguidores.

Las innovaciones tácticas han sido una constante y casi siempre se han traducido en un rosario de victorias y títulos. De una u otra manera, Guardiola ha dado con la llave necesaria para solventar los múltiples problemas que se ha encontrado en el camino. Pep ha madurado con el paso de los años y ha evidenciado ser un pozo sin fondo de sabiduría siempre al servicio blaugrana.

PEP PINTA LA CARA A MOU

Para muchos, Barça y Real Madrid son el fiel reflejo del carácter de sus entrenadores. De esta forma se explicaría en buena medida los éxitos de unos y los fracasos de otros. Guardiola y Mourinho se han enfrentado en diez ocasiones y el balance es simplemente espectacular. El de Santpedor ha sumado cinco victorias, cuatro empates y solo ha encajado una derrota ¿la final de Copa del Rey en Mestalla¿. Mou lo ha intentado casi todo para darle la vuelta al decorado, pero ha fracasado en sus múltiples intentos. Los blaugrana, empezando por su cuerpo técnico, le tienen tomada la medida a un equipo desquiciado.

LA PREPOTENCIA DE MOURINHO, EL MEJOR ESTÍMULO EN CAN BARÇA

Nadie puede cuestionar que los éxitos del Barça han llegado por méritos propios. Sin embargo, no está de más reconocer el enorme esfuerzo que José Mourinho ha realizado para ayudar al conjunto blaugrana en momentos puntuales. El técnico del Real Madrid, el eterno rival, ha logrado ser un acicate de primer nivel para el vestuario culé. Sus declaraciones fuera de lugar, sus gestos antideportivos y la chulería permanente que casi siempre le rodea son estímulos impagables. Cada vez que alguien ha aludido a la falta de hambre, el acomodo del colectivo o la falta de actitud, en el seno interno de Can Barça se ha recordado que mientras el entrenador portugués planee por el Bernabéu, no habrá tregua posible. Su desfachatez bien merece coleccionar fracaso tras fracaso.

EL CAMP NOU ES UN BASTIÓN INFRANQUEABLE

Lejos de los viejos tópicos del Liceo catalán y la tradicional frialdad de la parroquia blaugrana, los números demuestran que el Camp Nou se ha erigido en un bastión a prueba de cualquier rival. Los promedios del equipo son abrumadores, tanto a nivel de puntos como de eficacia goleadora. El coliseum culé es garantía total de espectáculo y el equipo ha sabido conectar de forma sensacional con su afición. El resultado final no es otro que el éxito seguro. Este Barça jamás ha perdido en casa en un doble enfrentamiento. Ya sea en Copa, Supercopa o Champions League, el Camp Nou ha dado alas a sus héroes.

COMPROMISO Y CALIDAD

En el vestuario no se albergan dudas. El equipo no ha variado un ápice su punto de vista. La Liga está complicada, pero la plantilla tiene calidad más que suficiente para darle la vuelta a cualquier adversidad. La familia culé no presenta fisuras y solo se trata de recobrar el mejor nivel antes de afrontar la hora de la verdad. Las semifinales de Copa del Rey, los cruces de la Champions League y la recta final de la Liga exigen contemplar la mejor versión del Barça. Todo el mundo está por la labor de levantar un par de trofeos más.

MESSI, CONSOLIDADO COMO EL MEJOR DEL MUNDO

La presencia de Messi sobre el terreno de juego permite al Barça saltar al campo siempre en superioridad. El argentino, respaldado en todo momento por unos compañeros de auténtico lujo, no ha cesado de crecer en su fútbol a lo largo y ancho de todas estas temporadas. Leo está en disposición de batir casi todos los récords que se proponga, entre otras cosas, por su pasión por jugar partido tras partido. El mejor jugador del mundo marca diferencias y condiciona a todos los rivales. Con Messi omnipresente, el Barça está en condiciones de desequilibrar en todo momento, frente a cualquier rival y sin tener en consideración el escenario de turno. Le da exáctamente igual. El astro blaugrana es una máquina casi perfecta que jamás se ha escondido en uno de esos partidos importantes. Cuando se le ha buscado, siempre ha aparecido. Todos aquellos que han intentado hacerle sombre, apoyados por potente maquinaria mediática, han acabado frustrados y rendidos a la evidencia del número uno.

LA RECUPERACIÓN DE LOS LESIONADOS

El capítulo de percances físicos ha castigado al vestuario blaugrana. Además de las lesiones de largo recorrido, como en el caso de David Villa e Ibrahim Afellay, futbolistas como Alexis Sánchez, Andrés Iniesta o Pedro han sido víctimas de multitud de incidencias musculares. Ya sea por uno u otro motivo, han carecido de la regularidad mínima necesaria para explotar todas sus virtudes. Los servicios médicos han tenido trabajo a destajo y es de esperar que el infortunio se aleje del Camp Nou. En principio, David Villa debería estar a punto para reincorporarse en los últimos y decisivos encuentros de la presente temporada.

EL DREAM TEAM YA ESTÁ A TIRO

De forma recurrente, el Barça de Guardiola se ha visto sometido a continuas comparaciones con otros grandes equipos de la historia. El de Cruyff, el mítico Dream Team, es uno de ellos. La consigna del vestuario ha sido eludir este pequeño juego y evitar caer en el debate. Bajo la tutela del holandés, el Barça coleccionó cuatro majestuosos títulos de Liga de forma consecutiva y, pese a que nadie lo admita, el hecho de emular esta maravillosa marca está ahí presente. En una plantilla confeccionada de forma mayoritaria por gente formada en la cantera, detalles que marcan la historia de la entidad cuentan, y mucho. Nadie lo admitirá en público, pero situarse al mismo nivel que Johan Cruyff y los suyos es otro de esos pequeños alicientes que ayudan en el rutinario día a día. Todo vale, todo suma y contribuye a que la fatiga psicológica no invada el vestuario. La cuarta Liga sigue a tiro, como el histórico Dream Team.

La entrevista a Lionel Messi Diciembre de 2011

 

Messi: «La responsabilidad siempre está»

(FIFA.com) Lunes 5 de diciembre de 2011
Messi: "La responsabilidad siempre está"

Lionel Messi no requiere presentación. Ganador de dos Balones de Oro de la FIFA consecutivos, considerado casi unánimemente como el mejor jugador del mundo y figura excluyente del poderoso Barcelona, el genial argentino ya es señalado como uno de los grandes jugadores en la historia del deporte.

Y aunque casi lo ha ganado todo, el rosarino está lejos de conformarse. Con la Copa Mundial de Clubes de la FIFA a la vuelta de la esquina, y el clásico ante el Real Madrid el próximo fin de semana, el 10 del Barça charló en exclusiva con FIFA.com sobre sus sensaciones antes de uno de los periodos más importantes de su año futbolístico.

Lionel, se acerca ya la hora de viajar a Tokio para la Copa Mundial de Clubes de la FIFA. ¿Cuáles son sus sensaciones con respecto al torneo?
Sabemos que jugar un Mundial de Clubes es algo lindo, es  un torneo importante para nosotros, sobre todo por el gran recuerdo que nos quedó del último que jugamos. Tenemos muchas ganas de revivirlo y poder celebrar de la misma manera.

Algunos de sus compañeros han declarado que ganarlo es una obligación, ¿coincide?
La responsabilidad de ganar la tenemos siempre. Yo diría que es un torneo importantísimo y que, como en todos los casos, trataremos de levantar la copa. No hay que olvidar que en el Mundial de Clubes pasado parecía que iban a llegar los dos favoritos y perdió el Internacional, así que no podemos relajarnos.

¿Incide también el largo viaje y la diferencia horaria?
Creo que tenemos tiempo para adaptarnos. Vamos unos días antes, estamos acostumbrados, sobre todo yo, por los viajes a Argentina y Sudamérica, así que no debe haber problema.

Se ha insistido mucho en la cantidad de partidos que juegan usted y sus compañeros, ¿serán capaces de llegar a tope físicamente al encuentro contra el Madrid y después a Japón?
Nosotros conocemos nuestras capacidades y hasta dónde podemos llegar en la cancha. Es verdad que son muchos partidos, nunca es fácil jugar tan seguido y hacerlo al máximo nivel. Se están diciendo muchas cosas, pero eso a nosotros no nos importa, estamos muy tranquilos, como dije, nadie mejor que nosotros conoce las capacidades de este equipo.

Pep Guardiola ha utilizado una línea de 3 en los últimos partidos del equipo, ¿cuál sería su evaluación?
El 3-4-3 implica tener más gente en el medio campo que es lo que quiere el míster para tratar de tener más la pelota. Sabemos que la posesión es la llave para hacer daño y que no nos lo hagan, tener un hombre más en la medular nos permite que sea más fácil.

Después de dos años y medio como entrenador, ¿cuál sería su evaluación de Pep Guardiola al mando del Barcelona?
Es muy importante. Su conducción es fundamental para nosotros no sólo en el día a día sino en la manera de preparar los partidos, y mantenernos motivados al máximo. Además, su atención a los detalles ha hecho una gran diferencia. Por ejemplo, cuando él llegó decidió que empezáramos a comer en el club, que los médicos estuvieran más pendientes de nosotros y nos controlaran, lo mismo que el kinesiólogo. Esa ha sido una gran diferencia y ha hecho que seamos mucho más fuertes individualmente y en conjunto.

En los últimos dos torneos, queda la percepción que ha mejorado mucho en su movimiento sin el balón, ¿está de acuerdo?
Sí, pero también hay que tener en cuenta que nos conocemos mucho ya con los jugadores del Barcelona. Hace tiempo que jugamos juntos y prácticamente sabemos dónde va a ir la pelota con dos o tres pases de anticipación.

El sábado juegan un partido fundamental contra el Real Madrid, ¿cómo lo espera?
Va a ser un partido muy lindo. Obviamente es muy importante sacar un buen resultado, y si eso pasa va a ser un golpe anímico para el resto del año; si sucede lo contrario, no vamos a tener tiempo para relajarnos porque viene el viaje a Japón, que es muy importante para nosotros.

En enero próximo se entregará el Balón de Oro de la FIFA, y usted podría ganarlo por tercera vez consecutiva, ¿es una motivación adicional?
Como dije siempre, es muy lindo recibir premios individuales y sobre todo éste que tiene mucha importancia, mucho prestigio, pero lo que más me interesa es que el equipo gane partidos y títulos. Así, muchos jugadores nuestros van a estar en la lista, como ha sucedido en los últimos años.

Pasando a la selección argentina, ha sido un año de altibajos, ¿cuál sería su evaluación?
Ahora estamos más tranquilos. El entorno estaba muy complicado después del empate contra Bolivia así que fue muy importante ganar a Colombia para calmar un poco todo. Ahora tenemos un respiro hasta junio y en esa fecha sólo jugamos un partido ante Ecuador y no dos como en las anteriores. Eso nos servirá para poder prepararlo de la mejor manera posible y seguir adelante con la eliminatoria.

Para terminar, una pregunta más personal, cuéntenos un poco sobre el papel que el fútbol ha jugado en su vida cotidiana fuera de las canchas…
Desde chiquito siempre estuve con una pelota, en todos lados, no sólo en la cancha, sino en todos lados, donde sea, nunca la apartaba de mi lado. Ahora es diferente, trato de desconectar un poco, aunque no es fácil porque se juega cada tres días y son muchos partidos seguidos. Igual yo lo intento, cuando termino el entreno o el partido, trato de enfocarme en disfrutar de mi familia y dejar el fútbol para el día siguiente.

Lionel Messi y CR7 Del silbido al aplauso por 10 razones

Cristiano Ronaldo es…

1. NARCISISTA

Se admira tanto a sí mismo que no siente rubor cuando dice que “me silban porque soy guapo, rico y un gran jugador, me tienen envidia”.

2. DESPECTIVO

En el Barça le cogieron la matrícula por sus desplantes en la semifinal de la Champions 2007-08 contra el Man United. Sigue pecando de lo mismo.

3. IRREVERENTE

Cuando le hacen una falta, o él cree haberla recibido, posa para la cámara, gesticula, levanta el cuello, protesta al árbitro, se queja del rival…

4. EGOCÉNTRICO

Lo saben hasta sus compañeros del Madrid, que la pasada temporada le escucharon decir que “si no fuera por mí, estaríais a 20 puntos del Barça”.

5. INDIVIDUALISTA

Es la característica que mejor le define. Por su calidad, suele sacarle provecho, pero en las grandes citas abusa tanto de ella que perjudica a su equipo.

6. MODELO

No sólo sustituyó a Beckham en el Manchester United, también ocupó su lugar luciendo ropa interior de Armani y trabajados abdominales.

7. EGOÍSTA

Así lo calificó la periodista Sara Carbonero, provocando que su novio, Iker Casillas, tuviera que salir al paso para añadir “en el buen sentido”.

8. FANFARRÓN

Antes del clásico liguero del Camp Nou de la pasada Liga aseguró que el Barça no le metería ocho como al Almería. Acertó. Sólo fueron cinco.

9. CELOSO

No soporta que se considere a Messi como el número 1 del mundo por lo que él puntualiza que sólo lo es por la votación del FIFA Balón de Oro.

10. ODIADO

Lejos del Bernábeu le silban en todos los campos pese a su calidad. Es lo que se ha ganado por los 9 puntos anteriores. Recibe lo que transmite.

En cambio, Leo Messi es…

1. HUMILDE

Se sonroja cuando le preguntan por temas personales y en una entrevista reciente en Fox Sports dejó claro que “el guapo del Barça es Piqué”.

2. RESPETUOSO

A los rivales sólo los ‘maltrata’ con su fútbol, pero no intenta humillarlos con detalles de cara a la galería, gestos innecesarios o palabras inadecuadas.

3. DEPORTIVO

Cuando recibe una falta se incorpora lo más rápido posible para poner el balón en movimiento y sorprender. Entiende que son lances del juego.

4. SOLIDARIO

Nunca ha hablado en primera persona del singular de sus éxitos y siempre ha destacado que todo lo que consigue es gracias a sus compañeros.

5. GENEROSO

Con Pep ha comprendido que jugar en equipo es lo que hace grande a un futbolista: la pasada campaña no sólo marcó 53 goles, dio 25 asistencias.

6. MODÉLICO

También ha posado para alguna campaña publicitaria, pero ha avisado a su entorno que la prioridad es el fútbol por encima de los negocios.

7. ALTRUISTA

Sus compañeros destacan de él que es el primero en ayudar a presionar al rival en campo contrario, una de las claves del éxito del Barça.

8. SENSATO

Ni críticas a los árbitros, ni comentarios vanidosos, ni provocaciones al rival. Es tan prudente que sus declaraciones aburren.

9. INDIFERENTE

Le gusta ganar títulos, colectivos e individuales, su vida es el gol, pero no contempla a sus rivales por los trofeos como enemigos personales.

10. ADMIRADO

No sólo en el Camp Nou le aplauden. En la mayoría de estadios es despedido con cariño porque su buen fútbol no es arrogante.

«De Wembley a Wembley» Maneras de ganar

Messi, Iniesta y la lluvia de aspersores. (EFE)Messi, Iniesta y la lluvia de aspersores. (EFE)

Cuando Patrick Kluivert fichó por el Barcelona, en 1998, recorrió la sala de trofeos azulgrana y, sorprendido, preguntó por las Copas de Europa del club. Poco estudioso, el ariete holandés no podía creerse que una institución con tanto eco solo diera brillo a un trofeo. Y bien reciente, por cierto, porque el Barça había ganado la primera en 1992. Fue en Wembley, en el año olímpico de Barcelona, y en Londres, donde cursos después Iniesta lograría uno de esos goles que el club rebobinará toda su vida. En aquel Wembley, como anoche, tampoco se alineó el primer capitán. Hace 19 años, Zubizarreta llevó el brazalete en el campo, pero la orejona la recogió Alexanco. Casualmente, el central vasco salió, tras el gol de Koeman, por Guardiola, gestor junto a Zubizarreta de la cuarta. Entonces, Johan Cruyff pidió al portero que cediera el testigo al central. Anoche la capitanía fue de Xavi; el brazalete final, de Puyol, y la Copa, de Abidal, síntoma inequívoco del sentido coral del vestuario, seña de identidad de un modelo único que, de alguna manera, nació en Wembley y en Wembley se hizo incunable.

Así es el Barcelona, que parece empeñado en que su liturgia se reproduzca en lugares comunes. Incluso, jamás ha levantado una de sus cuatro Copas de Europa sin haber hecho bingo la misma temporada en la Liga. Es un equipo de dobletes. Pero no siempre fue así, ni mucho menos, por más que Kluivert, ayer en las gradas londinenses, se quedara mudo en su día.

De Wembley a Wembley, el Barcelona ha tenido un proceso de maduración extraordinario, hasta el punto de que las victorias han dejado de ser efímeras porque, aunque a veces con matices, se impone el modelo. Por eso los ciclos se repiten: el dream team, el que sonreía con Ronaldinho o el que seduce con los bajitos. No hay mejor defensa de un ideario que las victorias, pero no hay mayor victoria que el hecho de que la estabilidad de un club no dependa en exclusiva de una final determinada, sino de una hoja de ruta. Es la grandeza de este Barça, al que, si nadie lo estropea, serán también sus principios los que le permitan vacunarse en las derrotas.

Hay clubes que perduran por encima de los resultados, cuya estructura les permite no vincular su obra a un marcador determinado. Es el caso de este Barcelona fundado por Joan Gamper y refundado por Cruyff en los años noventa. Hasta el cruyffismo, los barcelonistas habían exhibido dos Ligas en 30 años. El recorrido es elocuente: de las 21 Ligas conquistadas por los azulgrana, 11 llegaron desde el dream team hasta la fecha; de las 25 Copas españolas, torneo de consolación en tantas ocasiones, el Barça solo ha ganado cuatro desde que el holandés diera horma al equipo. Hoy, sus retos son mayores en la medida en que ha crecido su autoestima y los éxitos deportivos pesan más que la política: ahora las marchas culés se tiñen mayoritariamente con las camisetas del equipo. Es la principal simbología de una generación de hinchas que se ha acunado con un club ganador, tan universalmente reconocible por sus campeonatos como por su ideario, por su innegociable formato. Son, los aficionados de ahora, hijos y nietos del viejo, y crónico hasta Cruyff, fatalismo culé. Aquellos desconsolados por el infortunio de la final de la Copa de Europa de Berna 1961, ante el Benfica, o por el colosal petardazo de la de Sevilla 1986, frente al Steaua. Por el medio, al Barça no le quedó más remedio que festejar una Recopa en Basilea 1979 como si hubiera llegado a la Luna y no simplemente a la tierra de su fundador.

Hoy, el podio es una costumbre en este Barcelona, pero más aún su apego irrenunciable a una forma de concebir este deporte. Si encima juega como los ángeles, como ayer, también es el modelo el que se revaloriza. Porque es el modelo el que triunfa: el que permite alinear a siete canteranos, tratar a la pelota como a una dama, no metabolizar un gol en contra tras un fuera de juego como una trama entre la CIA y la KGB y conceder la gloria a Abidal en una de las mejores finales que se recordará de un equipo. De un equipo que negocia los partidos; el credo, jamás.

Hay muchas maneras de ganar, pero la de este Barcelona es fascinante. Bien lo sabe Cruyff, que desde anoche ya tiene a su Barça a la altura de su Ajax, con cuatro Copas cada uno. Las ha ganado en el campo, el banquillo y, como ayer, la grada. Pero, por encima de todas ellas, nada tiene más valor que su imperecedera semilla. De Wembley a Wembley, de Cruyff a Cruyff y, cómo no, de Guardiola a Guardiola.

Guardiola, con el trofeo.

Guardiola, con el trofeo.- LAURENCE GRIFFITHS (Getty)

Las reglas de la Fifa, pepe, bien expulsado

Las reglas de la FIFA justifican la roja a Pepe por su excesiva dureza, exista o no contacto

Así quedaron las piernas de Dani Alves @RogerSaperas

J. J. Pallàs/G. Sans  

Las ‘Reglas de juego’ de la FIFA, el listado de normas que se remite a los clubs al inicio de cada temporada, desmontan por completo los argumentos del Real Madrid y de José Mourinho considerando injusta la expulsión de Pepe y la causa principal de su derrota ante el Barça en la Champions.

En su regla 12 dedicada a ‘Faltas e incorrecciones’ y en el apartado ‘Juego brusco grave’, el máximo organismo federativo mundial califica de «culpable» a un jugador que «emplea fuerza excesiva o brutalidad contra su adversario en el momento de disputar el balón en juego». La culpabilidad del portugués en su entrada a Alves es, pues, incuestionable e injustificable. No tenía opción de darle al balón porque llegó tarde y levantó el pie a la suficiente altura para poderle provocar cualquier tipo de lesión importante.

La reglamentación no concreta en ningún momento que para castigar con tarjeta roja la acción deba producirse contacto o daño. Por omisión se entiende que no es necesario. Sólo la intencionalidad, como queda claro en las imágenes, es suficiente. Le diera en la pierna, que sí le tocó, o no le diera, se fue a la calle de forma justa.

La regla también pone en evidencia al madridista: «Todo jugador que arremeta contra un adversario (…) de frente, por un lado o por detrás, utilizando una o ambas piernas con fuerza excesiva y poniendo en peligro la integridad física del adversario, será culpable». La FIFA respalda de esta forma el arbitraje del alemán Stark.

Una entrada con sonido y herida

Para algunos medios de Madrid, Pepe ni tocó ni tan siquiera rozó con los tacos a Alves. Para sustentar su afirmación pasan una imagen (¿manipulada?) en silencio de la acción. TV3, en cambio, ha ofrecido la misma toma con sonido real en la que se puede escuchar con nitidez un golpe seco en el justo momento del contacto de la bota del portugués con la pierna del brasileño, lo que justifica el desequilibrio y la voltereta posterior que le provocó la fuerza de la entrada. Fuentes del Barça han explicado a MD que el lateral tiene además una señal en la pierna producto de la herida

Con las reglas de la FIFA, Pepe, bien expulsado

J. J. Pallàs/G. Sans  |

Así quedaron las piernas de Dani Alves @RogerSaperas

Las ‘Reglas de juego’ de la FIFA, el listado de normas que se remite a los clubs al inicio de cada temporada, desmontan por completo los argumentos del Real Madrid y de José Mourinho considerando injusta la expulsión de Pepe y la causa principal de su derrota ante el Barça en la Champions.

En su regla 12 dedicada a ‘Faltas e incorrecciones’ y en el apartado ‘Juego brusco grave’, el máximo organismo federativo mundial califica de «culpable» a un jugador que «emplea fuerza excesiva o brutalidad contra su adversario en el momento de disputar el balón en juego». La culpabilidad del portugués en su entrada a Alves es, pues, incuestionable e injustificable. No tenía opción de darle al balón porque llegó tarde y levantó el pie a la suficiente altura para poderle provocar cualquier tipo de lesión importante.

La reglamentación no concreta en ningún momento que para castigar con tarjeta roja la acción deba producirse contacto o daño. Por omisión se entiende que no es necesario. Sólo la intencionalidad, como queda claro en las imágenes, es suficiente. Le diera en la pierna, que sí le tocó, o no le diera, se fue a la calle de forma justa.

La regla también pone en evidencia al madridista: «Todo jugador que arremeta contra un adversario (…) de frente, por un lado o por detrás, utilizando una o ambas piernas con fuerza excesiva y poniendo en peligro la integridad física del adversario, será culpable». La FIFA respalda de esta forma el arbitraje del alemán Stark.

Una entrada con sonido y herida

Para algunos medios de Madrid, Pepe ni tocó ni tan siquiera rozó con los tacos a Alves. Para sustentar su afirmación pasan una imagen (¿manipulada?) en silencio de la acción. TV3, en cambio, ha ofrecido la misma toma con sonido real en la que se puede escuchar con nitidez un golpe seco en el justo momento del contacto de la bota del portugués con la pierna del brasileño, lo que justifica el desequilibrio y la voltereta posterior que le provocó la fuerza de la entrada. Fuentes del Barça han explicado a MD que el lateral tiene además una señal en la pierna producto de la herida

El vestuario cuestiona a Mourinho, se rompe la pompa de jabón

Los futbolistas del Madrid secundan en privado a Cristiano en las críticas al planteamiento contra el Barça: «Jugando todos atrás, no somos nadie»

José Mourinho

José Mourinho, al abandonar ayer la sala de prensa de Valdebebas.- CLAUDIO ÁLVAREZ

Algo se movió ayer en el vestuario de Valdebebas cuando los jugadores del Madrid fueron llegando al entrenamiento después del día de descanso. La mayoría no se habían vuelto a ver desde la derrota ante el Barcelona del miércoles, en la ida de las semifinales de la Champions (0-2). Según se presentaban, los ánimos se fueron encendiendo. Comenzaron con un par de confesiones. Luego, se oyeron voces altisonantes. Voces de protesta. Voces de malestar. «¡Esto es una vergüenza!», repetían. «¡Somos el Real Madrid!». «¡No podemos volver a jugar así!». «¡Estos planteamientos hacen que quedemos como unos inútiles!».

Estaban todos. Incluso los jugadores más adeptos al entrenador, José Mourinho, bajando la cabeza, asintiendo en señal de aprobación o, simplemente, poniéndose las botas en silencio, como Cristiano Ronaldo, sin contradecir a nadie para defender al que, hasta hacía unos días, había sido un técnico cómplice. De pronto, la lealtad granítica que la gran mayoría había demostrado últimamente a Mourinho comenzó a debilitarse. Las certezas consolidadas por la algarabía efímera de la final de Copa, esa fe en la táctica de la renuncia al balón, del roce físico, de la presión baja y el pelotazo rápido, tan celebrada hace unos días, se había tornado en dudas. De súbito, todos empezaban a sospechar que, quizá, estaban haciendo el ridículo.

La manifestación fue espontánea, pero significativa. El Madrid es un equipo que, desde hace muchos años, carece de un grupo de líderes veteranos con experiencia en la capitanía. Así lo han querido Florentino Pérez, el presidente, y los máximos ejecutivos del club, en virtud de la política deportiva que practican desde que Hierro y Del Bosque fueron invitados a dejar la casa. La plantilla actual es joven en todo el escalafón. Tierna y mayormente compuesta de chicos moderados, con poco recorrido en la institución.

Desde que se inició la temporada, estos jugadores han vivido medio inhibidos bajo la estrecha vigilancia de Mourinho, a quien el club ha concedido todo el poder. Si Pérez se siente intimidado por el portugués, el grueso de los futbolistas le observan con una mezcla de respeto y pánico. Muy pocos se han atrevido a cuestionar sus métodos estando en la ciudad deportiva de Valdebebas y cuando lo han hecho siempre ha sido bajando la voz, en pequeños conciliábulos, en los rincones del gimnasio, en el desayuno, en las duchas o en el aparcamiento, cuando no se sentían observados por los numerosos empleados que se mueven en el espectro del técnico. El director de coordinación, Javier García Coll; el preparador físico, Rui Faria; el ayudante de campo, Aitor Karanka, y el analista de rivales, José Morais, son percibidos por muchos jugadores como agentes de Mourinho. Hombres de su confianza ante quienes no pueden permitirse sincerarse del todo porque todo lo que ellos escuchen lo acabará sabiendo el entrenador.

Pero ayer la presencia de Rui Faria, el implacable brazo derecho de Mourinho, y de Karanka, el más obediente de sus auxiliares, no frenó las ganas de los jugadores de decir lo que sentían. Asustados, Rui Faria y Karanka entraban y salían del vestuario con cara de circunstancias. Según un empleado de Valdebebas, el técnico se enteró de todo casi al instante. Fue un hecho insólito esta temporada. Nuevo por la vehemencia de los gestos, por el número de asistentes y por la soltura con que se expresaron ideas contrarias a las que les había transmitido el entrenador durante tanto tiempo. Un titular del miércoles expuso argumentos subversivos: «Jugando metidos todos atrás, parece que los jugadores no somos nadie. Todo lo que ha planeado Mou ha sido para que, si ganamos, todo el mérito sea suyo».

El malestar comenzó a manifestarse inmediatamente después de la derrota del miércoles desde el seno del grupo de los hasta ahora incondicionales del técnico. Fue Cristiano el que quitó la espoleta cuando confesó que no se sentía cómodo jugando con una táctica tan poco cuidadosa del pase: «A mí no me gusta jugar así, pero tengo que adaptarme. ¡Es lo que hay!». Según sus compañeros, Cristiano, que se cree más importante que el entrenador, estaba furioso porque el equipo no le había ayudado a presionar arriba para poner en peligro al Barça y sobre todo porque, jugando así, tendría muy pocas posibilidades de arrebatarle el Balón de Oro a Messi.

Cristiano le había pedido a Mourinho jugar siempre. Se lo pidió en Bilbao y Valencia para superar a Messi en la clasificación del Trofeo Pichichi y el técnico le reservó para su disgusto. Que le dejara fuera de la convocatoria de ayer, para recibir hoy al Zaragoza, fue interpretado como una venganza. El entrenador, a su vez, debió de sentirse traicionado por sus declaraciones. Los testigos dicen que, al descubrir que no estaba en la lista, Cristiano se pasó un buen rato lanzando maldiciones. No se lo esperaba. «Estos dos tienen egos tan grandes que la herida no cerrará fácilmente», decía ayer un empleado del club.

Las confidencias cómplices, las bromas, el intercambio de impresiones que caracterizó la relación de Cristiano y Mourinho en los entrenamientos esta temporada se extinguió en seco ayer. Ni se hablaron ni se miraron en una sesión precedida por las distancias prudenciales, los gestos desafiantes y los nervios. Dicen que hasta los chicos aparentemente más cándidos, como Benzema u Özil, se atrevieron a lanzar ojeadas retadoras a Mourinho, que, sin hablar casi, ejerció, más que de entrenador, de monitor.

La pelota acaba por dar la razón al Barça

Messi acerca al Barça a Wembley

Messi celebra el primer gol del Barça junto a Afellay, con Casillas y Ramos en primer término.- DANI POZO (AFP)

Los azulgrana, con Messi a punto, fulminan a un Madrid raquítico mucho antes de la expulsión de Pepe

En otro clásico de enredos y futuras coartadas para algunos, el fútbol fue cosa del Barça y la gloria para su mejor embajador: Messi. Frente a un Madrid otra vez encogido y acuartelado, el equipo azulgrana empinó la semifinal a su manera, con mayor gusto y decisión que su adversario, que mucho antes de perder a Pepe por expulsión no tuvo otro guion que desteñir el juego barcelonista. Con Pepe no quiso, y sin Pepe no pudo. Esta vez, la pócima no resultó. Al toque de corneta de Mourinho, el madridismo ha consentido en estos días que el equipo discuta con los azulgrana desde el cuarto oscuro.

Messi, feliz

Real Madrid, 0 – Barcelona, 2

0. Real Madrid: Iker Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Albiol, Marcelo; Xabi Alonso, Pepe, Lass; Ozil (Adebayor, min. 46), Di María y Cristiano Ronaldo.

2. FC Barcelona: Víctor Valdés; Dani Alves; Piqué, Mascherano, Puyol; Xavi, Busquets, Keita; Pedro (Afellay, min. 71), Messi y Villa (Sergi Roberto, min. 90).

Goles: 0-1. Min. 76. Messi resuelve un servicio de Afellay desde la derecha. 0-2. Min. 87. Messi, en jugada personal.

Árbitro: Wolfgang Stark (Alemania). Mostró cartulina amarilla a Dani Alves (44′), del FC Barcelona. Expulsó con roja directa a Pinto camino del vestuario a llegar el descanso por un incidente con Arbeloa. Amarilla a Sergio Ramos (52′), Adebayo (82′), del Real Madrid y a Mascherano (57′), del Barcelona. Expulsó con roja directa a Pepe (61′), del Real Madrid por una entrada a Dani Alves, y posteriormente a José Mourinho (64′).

75.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

Lo hizo en la Liga y anoche, sin resultados, que eran la única excusa posible. El Barça se lo hizo pagar desde sus entrañas, con Messi como actor principal. Nadie simboliza este Barça como La Pulga. Enfrente, un remate picante del Madrid en toda la jornada y apenas un 26,4% de posesión. Datos mucho más concluyentes que una expulsión, por rigurosa que sea. Messi, el Barça, los visitantes, evitaron el mezquino cero a cero que soñaba Mourinho para retratar al Inter en la vuelta de la próxima semana.

El Madrid se puso el mono del último clásico de Liga. Fue un calco. El equipo se tapó para tapar, sin otra intención. No se trataba de incomodar para zaherir, como en la final copera, sino de evitar rasguños. Nada más elocuente que el gesto crispado de Cristiano Ronaldo al cuarto de hora, suplicando brazos al cielo que el grupo se estirara, que le acompañara en la punta final. También lo demandaba la hinchada, que brindaba con cada paso al frente de los suyos. El Madrid no está concebido, por genética y plantilla, para acomodarse en la sala de espera. Pero Mourinho es un negociante de marcadores, máxime si la partida es de ida y vuelta. Para él es un solo encuentro. Es un autor de resultados, no de fútbol con cinco estrellas. Y, hoja de servicios en mano, eficaz. Por eso llegó al Madrid en tiempos de urgencias.

El molde del Barça no es la única patente que ha triunfado en el fútbol. Hay otras vías, un amplio mosaico. Unas poéticas y otras más prosaicas y todas pueden conducir a la victoria. Mourinho tiene su atajo, el suyo propio, nada que ver con el de la institución o los gustos de la militancia de turno. Es su sello, el credo que le ha llevado a la cima y no repara en cuestiones hedonistas. En el Madrid, frente al Barça, ha aceptado que la ruta al éxito es negar al Barça antes que reivindicar a su propio equipo.

Aceptada la superioridad azulgrana con la pelota y su toque más romántico, el Madrid solo discutió a partir del gobierno de su adversario. Se refugió en su propio campo y bajó la persiana, con Lass, Pepe y Alonso en el dique, con cadenas, lo que dejó desenchufados a Cristiano, Özil y Di María. No obstante, por su cuenta, el argentino fue de nuevo una lata para Alves, contenido como nunca en su faceta ofensiva y condenado en cada cara a cara. Hasta que el Madrid ejecutó el plan Adebayor, el Barça jugó con pulcritud, sin riesgos, con el balón como hilo conductor pero sin chicha ofensiva. Hace tiempo que el Barça juega más que remata. Con su autoridad del primer acto, solo Villa y Xavi se acercaron a Casillas. Messi cada día ejerce más como otro ilustrado centrocampista y la portería no le queda tan cerca como antes, por más que sepa cómo ser puntual. Ubicuo como es, La Pulga asiste y golea. Hasta que Messi da un paso al frente, el equipo de Guardiola rompe por los costados, pero el Madrid apenas le ha concedido fugas por las esquinas.

Cuando Mourinho llamó a filas a Adebayor en lugar de Özil, el partido tuvo otra marcha. El Madrid encontró un futbolista diana en el ataque, para incomodo de los centrales barcelonistas. Con el togolés por el medio, el Barça fue algo menos geométrico, más largo y durante un rato hubo más alboroto. Al Barça todo le suponía entonces un engorro aún mayor. Hasta que Pepe, el voltaje de esta serie de clásicos, planchó la pierna derecha de Alves. Una roja que pudo ser amarilla. Pero el árbitro alemán Wolfgang Stark expulsó al madridista. Y, como a Pinto en el descanso por un enganche con Chendo, el delegado local, enfrentamiento que arrancó con el cruce entre Arbeloa y Keita, también desterró del banquillo a Mourinho, desquiciado, más que de costumbre cuando se queda con diez ante el Barça, un dictado habitual en sus tesis conspirativas.

Sin Pepe, llegó el momento de Messi. Al contrario que en el reciente envite de la Liga, esta vez el Barça supo materializar su superioridad. Afellay encaró a Marcelo a su centro al punto de penalti llegó Messi con la puntera como rifle. Chacal reapareció poco después con un eslalon diabólico, con hasta cuatro madridistas por los suelos a su vertiginoso paso, como si llevara una lagartija en la cintura. Ante Casillas resolvió como un ángel. Punto final para el Madrid. Para esta versión del Madrid, que el martes, en el Camp Nou, tendrá que soltar amarras. No le queda otra, por mucho que su técnico se escude en otras cuestiones.


La frágil memoria de Mourinho: Quejas arbitrales

Andrade, en el momento de ser expulsado en el Oporto-Deportivo de 2004. | El MundoAndrade, en el momento de ser expulsado en el Oporto-Deportivo de 2004. | El Mundo

  • ‘Ellos lloraron, pero los perjudicados fuimos nosotros’, reflexionaba Irureta, técnico del Deportivo (2004), tras caer en la semifinal ante el Oporto
  • Un gol en claro fuera de juego de Diego Milito en la ida de semifinales (2010) ante el Barça fue la clave para que los italianos ganaran la Champions

ELMUNDO.es | Madrid

«Guardiola es un fantástico entrenador de fútbol, que ha ganado una ‘Champions’ con el escándalo de Stamford Bridge, donde hubo cuatro penaltis que no se señalaron. Y si la gana ahora, será con el escándalo del Bernabéu, a mí me daría vergüenza ganarlas así. Le deseo que gane una Liga de Campeones blanca y brillante». Así irrumpió José Mourinho, casi desencajado, en la rueda de prensa posterior al primer ‘clásico’ europeo. Haciendo gala de una ‘blancura y brillantez’ con la que no contaron ninguna de sus dos coronas continentales con el Oporto y el Inter de Milán. [Así fue el clásico]

Porque la memoria suele ser frágil en estos casos. Quizás fuera el dolor de la roja a Pepe -injusta o discutible, según el bando- o quizás el sabor amargo de su primer revés europeo como entrenador del Real Madrid. El caso es que el técnico portugués olvida cómo accedió a la final en su primera Champions con el Oporto. Cómo la gente de A Coruña, igual que les pudo suceder a los seguidores del Chelsea, vivieron su particular pasión arbitral.

Aquel Deportivo recibió el cariñoso regalo del alemán Markus Merk en la ida en Portugal en forma de expulsión al central Andrade por una ‘patada’ cariñosa a su amigo Deco en la recta final del partido. «He is my friend (Es mi amigo)», suplicaba sin éxito el zaguero. En la vuelta, sin el sancionado Mauro Silva, que vio amarilla por protestar en Oporto, fue Pierluigi Collina el que dejó al Depor con 10, a falta de 20 minutos, por la doble amarilla a Naybet. Antes, ya había señalado un penalti, el que daba el pase a la final a los chicos de Mou, más por pillería de Deco que por la entrada del defensa César.

«Dos expulsiones, Víctor lesionado, un penalti. Todo una estrategia que ha ido bien. Se quejaban del tema de los árbitros en la ida, pero a nosotros no nos han tratado con justicia. Hemos sido más perjudicados. Ellos lloraron, pero los perjudicados fuimos nosotros». Es el resumen de Javier Irureta, entonces técnico del Depor, de aquellas semifinales de 2004.

El ‘suplicio’ con el Inter

Puede que siete años sean demasiado tiempo y más en el vertiginoso mundo del fútbol. Pero aún no se ha cumplido un año del histórico título del Inter de Milán. El juguete de Moratti al que Mourinho dio lustre gracias a Sneijder, Eto’o, Maicon o Julio César. Gracias a ellos y algunas decisiones arbitrales polémicas camino de la final.

[foto de la noticia]

El técnico luso recuerda a cada instante la gesta de jugar con 10 la vuelta de semifinales en el Camp Nou tras la roja a Motta. Cómo sufrieron durante una hora en inferioridad para aguantar las embestidas de los chicos de Guardiola. Cómo tuvieron que sortear los aspersores sobre en la fiesta del Camp Nou…

Quizás tanto sufrimiento debió borrar de su base de datos lo acontecido en la ida en el Giuseppe Meazza. Allí, los ‘neroazzurri’ sacaron medio billete a la final del Bernabéu gracias a un gol en claro fuera de juego de Diego Milito. [VER VÍDEO]. El 3-1 que echaba el cierre al marcador en tierras italianas. Allí, el famoso árbitro portugués Olegário Benquerença convirtió un derribo de Dani Alves en área interista en amarilla por simular.

Recuerda Mourinho con amargura el arbitraje de la vuelta del belga De Bleeckere pero olvida que su segunda Champions fue una realidad por la anulación de un gol a Bojan por una discutible mano previa de Touré Yayá. Olvida demasiadas cosas el ahora entrenador del Real Madrid. Entre otras que cómo apartó del camino en octavos de final a ‘su’ Chelsea… frente a diez y con algún que otro penalti sin señalar [VER VÍDEO]. Un pequeño escándalo en Stamford Bridge que apenas ruborizó al portugués durante las celebraciones de la Champions en su despedida con interista.

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